lunes, 7 de mayo de 2012


Nueva entrada en la revistamu
03 Pintura
José Viera vs Luís Alberto de Cuenca. Pintura y Poesía
ELOGIO DEL SUJETADOR

Sujetadores negros, rojos, verdes
(como en Irma la Douce), sujetadores
que realzan el busto, maravillas
de encaje, seda, blonda, tul o raso,
máscaras que, al caer, dejan las pomas
del pecho temblorosas e indefensas,
no habéis dejado de inspirarme nunca.
Desde que por primera vez os vi,
tendidos en la cuerda de mi infancia,
hasta el día en que todo se oscurezca
y ya no pueda veros ni cantaros.

Aiguablava, 19 de agosto de 2006.


LA DAMA DE LOS TACONES

Me han regalado en el bazar del sueño
estos zapatos para ti: la punta
traspasaría yelmos y corazas
si sirviera de flecha, y el tacón,
con sus quince centímetros, podría
clavarse en tu garganta sin que apenas
brotara sangre. Tiéndete en el suelo,
cierra los ojos, pierde la memoria
e intenta no pensar y no sentir,
que quiero pasear al Minotauro
de mis tacones por tu laberinto.

Aiguablava, 19 de agosto de 2006.

PUERTA ABIERTA

“¿Te gusta mi corpiño?” (Aquel corpiño
y un antifaz de raso eran sus únicas
concesiones al lobby de la tela.)
“¿Te gusta mi perfume?” (Aquel perfume
derretía el cerebro como el polvo
blanco de la novela de Arthur Machen
y no dejaba sana una neurona.)
“¿Qué es lo que más te gusta de mi cuerpo?”
(Díganme que podría responder
a una pregunta tan abstracta.) “Cómeme.”
(Y me puse, sin más, a la tarea.)

Madrid, 9 de marzo de 2006.


PUERTA ENTREABIERTA

Era el cuarto de baño de un hotel
de contactos: jacuzzi circular
y patitos de goma deslizándose
por la bañera, grifos sicalípticos
y espejos tapizando las paredes.
Había una rendija de luz tibia
por la que pude ver cómo llevabas
a cabo turbadoras ceremonias,
excitantes caricias digitales.
Agrandé la rendija poco a poco,
velado por la niebla del deseo.

Barcelona, 2 de marzo de 2006.


PUERTA CERRADA

¿Me abrirías la puerta? Era importante
pensar qué llevarías puesto entonces.
O qué no llevarías. O si aquello
se quedaría en un paraklausíthyron.
Pasé todo un verano imaginando
cómo te dirigías a la puerta,
cómo manipulabas los cerrojos,
cómo, al fin, te mostrabas a mi vista
y me decías: “Pasa, no te quedes
ahí. La noche es larga, interminable.
En esta casa no se duerme nunca.”

Madrid, 9 de marzo de 2006.



PAISAJE CON FIGURA RASURADA

Dime qué puedo hacer sino adorarte
cuando inundas tu valle con espuma
de afeitar y, empuñando la navaja,
eliminas el vello que te sobra.
Dime qué puedo hacer salvo extasiarme
viendo cómo tus labios inferiores
y tu monte de Venus y tus ingles
se liberan del manto innecesario
y emergen tal y como aparecieron
cuando naciste, flor sin equipaje,
luna sin ramas, sol claro y desnudo.

Aiguablava, 16 de agosto de 2006.


PAISAJE CON FIGURA ENCADENADA

Te imagino en el Cáucaso, desnuda
y encadenada, como Prometeo,
pero en mujer moderna y bronceada.
Con un buitre a tu lado que no roe,
ni muerde, ni desgarra, porque está
colado por tus huesos y tu carne.
Y se limita a vigilar tu sueño,
a evitar que se agolpen los mirones,
a impedir que te piquen las avispas
y a esperar que los dioses de mi mente
te trasladen del Cáucaso a su nido.

Aiguablava, 16 de agosto de 2006.


PAISAJE CON FIGURA DESPEREZÁNDOSE

Elija sus estrellas el astrólogo,
que yo te elijo a ti, sol de mi alma,
cuando enciendes la alcoba con bostezos
interminables, al nacer el día,
y alzas al cielo los divinos brazos
revelando tus curvas más secretas,
esas que por la noche se ocultaban.
Abísmese el astrólogo en planetas
que rijan los destinos de los hombres,
que yo me abismo en quien mi sino rige,
en mi amada, a la luz desperezándose.

Aiguablava, 16 de agosto de 2006.


FLORA Y FAUNA

Flora y Fauna se llaman las amigas
que dan temperatura a este poema.
Tienen nombre de hadas de Walt Disney,
pero tan sólo el nombre, porque ignoran
todo lo que no sea goce físico
y no van por ahí con sus varitas
mágicas protegiendo a las princesas.
Tan fundidas están, mezclando flujos
íntimos como locas, que no ven
cómo me acerco y logro hacerme un sitio
entre sus cuerpos húmedos y ardientes.

Aiguablava, 17 de agosto de 2006.


PRIMAVERA Y ESTÍO

La mayor se llamaba Primavera
y la menor, Estío. Se educaron
con monjas, en un norte inhabitable
donde el invierno no acababa nunca.
Sometidas muy pronto en el colegio
a vejaciones mil de índole lésbica,
fueron a ver, confusas, a un psicólogo,
a contárselo todo. Éste les dijo:
“Pelillos a la mar, queridas niñas.”
Estío respondió: “Pelos en boca.”
Y se bajó al pilón de Primavera.

Aiguablava, 17 de agosto de 2006.


SAFO Y FAÓN

Desengañaos, Faón era una chica.
Safo no conoció el amor de hombre.
Ni falta que le hacía. En su cortejo
de una niña de formas opulentas
que llegó de Corinto, la llamaba
Faón, en masculino, y la vestía
de muchacho por morbo, comprimiendo
sus pechos indomables con ayuda
de un ceñidor y vendas a destajo.
“Faón”, un día, se cansó de tanta
presión y dejó a Safo por un chico.

Aiguablava, 17 de agosto de 2006.


AQUELLOS PIES

Nadie perdió la guerra aquel verano.
La ganamos los dos. Tú, con la ajorca
de la victoria en el tobillo izquierdo.
Yo, con los dedos de tus pies brotando
de mi boca, como un cáncer benigno
e ilimitadamente delicioso.
Aquella guerra tuvo sus secuelas
en mi cerebro enfermo, sus metástasis
en mi imaginación, y estoy seguro
de que alimentará tus fantasías
mientras vivas. O casi. O más allá.

Aiguablava, 19 de agosto de 2006.